jueves, 30 de agosto de 2007

Un antibiótico de amplio espectro sin efectos secundarios

La plata coloidal se ha convertido en una asombrosa alternativa a los antibióticos sintéticos. Este poderoso destructor de gérmenes, cada vez más popular en todo el mundo, no es un medicamento nuevo.
Los antiguos griegos recubrían con plata sus vasijas, y las vajillas de plata se utilizan en Europa desde hace siglos sin que nadie sepa ni se pregunte por qué. Los primeros colores que conquistaron el Oeste americano solían poner una moneda de plata en las jarras de leche.
Tampoco en este caso nadie se pregunta cuál es la razón profunda de esta superstición. La medicina ayurvédica, que utiliza la plata desde hace miles de años en forma de ceniza, sostiene que es muy eficaz en enfermedades hepáticas e infecciosas.
Para este sistema médico avalado por millones de pacientes en Oriente y Occidente, «la plata se usa para refrescar la mente, emociones y cuerpo en padecimientos tales como neuritis y neuralgia, inflamaciones de las membranas mucosas, enfermedades del sistema reproductivo y mentales. Es asimismo afrodisíaco y útil en casos de debilidad».
La medicina moderna sabe muy poco sobre la plata coloidal y no son pocos los médicos que la confunden con otros productos como el nitrato de plata o las sales de plata. Al tratarse de un producto barato que se prepara con facilidad, no ha despertado el interés de los grandes laboratorios, a pesar de que hace cien años, antes del descubrimiento de las sulfamidas y los antibióticos, la plata coloidal se consideraba como un sofisticado destructor de gérmenes.
Este producto se encontraba indefectiblemente en los botiquines de la mayoría de consultas médicas, y se aplicaba sobre todo para ayudar a cicatrizar. En 1914, el doctor Henry Crookes, que experimentó con plata coloidal, escribió que «los metales (en lo que hoy se llama estado coloidal), matan únicamente a las bacterias y ejercen un efecto calmante y de ablandamiento sobre los tejidos animales».
Sin embargo, según la reglamentación de la FDA, los fabricantes de plata coloidal no pueden afirmar legalmente que su producto sea capaz de curar enfermedad alguna. De hecho la plata coloidal ha sido objeto de una verdadera guerra por parte del establishment, poco o nada interesado en que un producto tan económico, eficaz y fácil de utilizar esté al alcance de todos.
La plata coloidal es básicamente plata y agua: es el resultado de un sencillo proceso electromagnético que puede llevarse a cabo en menos de una hora. Warren Jefferson, en su libro El poder curativo de la plata coloidal, explica cómo construirse uno mismo un sencillo generador de plata coloidal. Sería un error pensar que la plata coloidal es un mero producto que contiene plata. De hecho es pura plata metálica de grupos microscópicos de tan sólo unos cuantos átomos, puestos en suspensión en agua pura, por la pequeña carga eléctrica en cada átomo.
Un coloide es una pequeñísima partícula atómica que permanece suspendida en el agua por medio de una carga positiva en los electrones. Este minúsculo tamaño aumenta considerablemente la reactividad de la plata con las sustancias con las que entra en contacto y éstas se «tragan» las partículas de plata.
Como antibiótico de amplio espectro, la plata coloidal inactiva las enzimas de todas las células bacterianas, hongos y virus que éstas usan para su metabolismo del oxígeno. Esto se produce, al decir de Henry Crookes, en cuestión de 5 o 6 minutos.
Tomada diariamente proporciona al organismo un segundo sistema de defensa que produce energía, vitalidad, vigor, relajación, produciendo un alivio casi instantáneo y reduciendo las toxinas del cuerpo. La plata coloidal se puede tomar bebida o aplicarse en la piel en las zonas afectadas. Los defensores del uso de la plata coloidal sostienen que puede curar más de 650 enfermedades diferentes: parásitos, artritis, acné, pie de atleta, toxemia, envenenamiento de la sangre, dermatitis, diabetes, disentería, eccema, fibrosis, gastritis, gonorrea, sífilis, malaria, pleuritis, neumonía, prostatitis, psoriasis, rinitis, prurito anal, fiebres en general, septicemia, problemas por estafilococos y estreptococos, úlceras, amigdalitis, tuberculosis, verrugas, tos, infecciones, candidiasis, herpes simple y zoster, fatiga crónica, y un largo etc.
La plata coloidal actúa como un verdadero antibiótico, pero sin sus efectos secundarios. Sin embargo su consumo en grandes cantidades durante largos períodos de tiempo puede llegar a destruir la flora bacteriana en el intestino, por lo que se recomienda complementar la dieta con yogurt o acidófilo. También se ha detectado que un consumo muy prolongado puede causar con el tiempo una deficiencia de selenio inducida por la plata. Esto se puede compensar sencillamente tomando un complemento de selenio, o incluyendo en su dieta alimentos ricos en selenio como, por ejemplo, el trigo, las nueces o las semillas de girasol.
Últimamente se está aplicando la plata coloidal con enfermos de cáncer y Sida. El Dr. Bjorn Nordstrom, del Instituto de Karolinska (Instituto sueco equivalente al Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos), ha utilizado con éxito la plata en su método para curar el cáncer durante muchos años. El doctor Gary Smith considera que «cuando la plata está presente, las células cancerosas son diferenciadas y el cuerpo restablecido. Cuando los niveles de plata son bajos o no existen, el ritmo de crecimiento del cáncer es lento».
Si bien sería apresurado cantar las alabanzas de la plata coloidal en lo referente a estas enfermedades, no hay que descartarla como terapia auxiliar de otros tratamientos, naturales o convencionales. Sin duda nos reserva aún muchas sorpresas.

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